EL ATRACTIVO DE LOS VAMPIROS
No hay duda de que los vampiros tienen algo que atraen a los mortales. Son seres con una serie de características especiales y sobrenaturales que, con el tiempo, y la evolución de los gustos literarios, han cambiado y se han adecuado a los sueños de los lectores.
Los vampiros, dicen, tienen su origen, en la forma que se da por general en la percepción que se tiene hoy en día, en la Edad Media más oscura. Algunos psicólogos forenses dicen que nacieron para explicar de manera racional cierto desequilibrios mentales (cuando la psicología aun era una célula en el embrión de la ciencia) y, sobre todo, ciertos hechos de difícil entendimiento.
¿Por qué algunos asesinos en serie sienten devoción por la sangre humana e incluso llegan a consumirla? Hoy en día podemos explicarlo diciendo que son gente perturbada, pero en aquellos tiempos oscuros, dónde seguro que también existía gente con este tipo de comportamientos extraños y aún peores, la interpretación más creíble y difundida sería que eran obras del demonio o de alguna criatura sobrenatural.
La sangre, a nivel simbólico, es uno de los iconos más poderosos que existen en la neurosis humana. No hay más que meditar sobre la gran cantidad de frases hechas y pequeñas verdades que pululan en nuestro ideario colectivo para comprobar su presencia e importancia: Sangre de mi sangre. Mala sangre. La Sangre llama. Me hierve la sangre. ¡Qué sanguinario!. Sangría. La Sangre de Cristo…
La sangre es vida, y los vampiros se alimentan de sangre. Aunque resulta desagradable imaginarse el consumo de sangre, hay pueblos que se alimentan con ella, cómo los massai. Incluso nosotros los españoles tenemos productos en nuestra gastronomía dónde su principal ingrediente es la sangre.
A esto hay que añadirle otro rasgo que hace de los vampiros, a mí entender, unos personajes muy atrayentes. Y eso es la fantasía de la inmortalidad. Una búsqueda inmortal que es inmortal en sí misma. Un anhelo humano que gracias a la fuerza de la ficción cobra cuerpo en unas figuras antropomorfas.
Si los vampiros representan la muerte encarnada, es lógico pensar que sean materializaciones atemporales. La muerte no entiende de épocas ni de edades. La muerte está muy viva, y está ahí desde siempre.
También los vampiros son depredadores, y creo que este concepto es el que más fuerza personalizable les otorga. Sin cazadores, pero también seductores. El hecho de robarle la sangre a su víctima es un acto íntimo. Es más, si se piensa desde un punto de vista sexual y aludiendo a la virginidad femenina, esta perspectiva de buscador, se convierte en algo depravado y obsceno. Las mujeres sangran aunque no se las hiera, y eso las hace más vulnerables al olfato del vampiro. Puedo entender perfectamente que una persona que vislumbra esta perspectiva se sienta observada y vulnerable. Hay algo dentro de ellas que las expone y las hace identificables. Es, desde luego, una mezcla entre instintos, violencia y sexualidad. La guinda del cóctel está en incluirle romanticismo a esa imagen, para hacerla más idílica.
El atractivo es un esfuerzo mental e instintivo, y el vampiro lo es; por partida triple.
2 comentarios:
muy interesante tu entrada... me gusta tu modo de redacción :P besos
interesante. Muy bueno
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